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lunes, 25 de julio de 2016

Ahora habláis vosotros: ¿Qué sabe la gente sobre aditivos alimentarios?


Tal y como anunciábamos en el post anterior, os traemos una nueva entrada mucho más práctica e interactiva sobre aditivos alimentarios. En esta ocasión vais a ser vosotros los que nos contéis qué es lo que sabéis. Hemos salido a la calle a realizar una encuesta a personas de todas las edades en relación a estos compuestos y su uso. Analizaremos las respuestas y sacaremos conclusiones al respecto. Hemos de agradecer a todas las personas que han participado su gran colaboración y entusiasmo. Es muy satisfactorio encontrar este tipo de feedback cuando pretendemos que la gente aprenda sobre un tema determinado. Os enseñaremos también a analizar los aditivos que llevan los alimentos que consumimos y cómo buscarlos, utilizando ejemplos reales de etiquetas nutricionales. Finalmente hablaremos de una app en la cual introduciendo el número E o el nombre completo de un determinado aditivo nos devuelve instantáneamente una ficha descriptiva del mismo, incluyendo qué clase de compuesto es, su origen y si su uso ha reportado algún efecto adverso alguna vez, entre otras muchas cosas.

¡No os lo perdáis!





¿Qué sabe la gente acerca de aditivos alimentarios?

Una de las cosas que defendemos es que se debe poseer información suficiente sobre un determinado tema antes de hacer saltar las alarmas o de caer en tópicos sin fundamento. Por ello, queríamos averiguar primero qué es lo que la gente sabe acerca de aditivos alimentarios. Carpeta en mano, nos fuimos a realizar una encuesta a puntos de confluencia clave como lo son el Hospital General y la Universidad de Alicante, y el Hospital Joan XXIII y la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Pudimos obtener las respuestas de 42 personas cuyo rango de edad varía entre los 17 y los 73 años. Todas las preguntas y respuestas se resumen en la siguiente tabla (click para ampliar).



Sin más preámbulo, vamos a analizar todas las respuestas, haciendo distinción por edad en las que sea necesario o interesante:


Una tercera parte de las personas encuestadas consumen alimentos preparados o precocinados de manera habitual, los cuales suelen contener una gran cantidad de aditivos alimentarios, principalmente conservantes. Este dato no nos sorprende ya que, como dijimos anteriormente, el ritmo de vida tan acelerado que llevamos y la oferta creciente por parte de los mercados hace de la compra de estos alimentos una solución fácil, rápida y cómoda. La clasificación de las respuestas a esta pregunta por edad no reveló que las personas jóvenes consumieran una mayor cantidad de alimentos de este tipo, al contrario de lo que suele parecer.

Alarma el hecho de que casi el 75% de las personas encuestadas no posea, ya no formación, sino algún tipo de información o patrones básicos de nutrición y, concretamente, de aditivos alimentarios. En esta ocasión la clasificación de la respuesta por edad sí que resultó reveladora. Dividimos las edades en tres grupos: menores de 25 años, edad entre 25-45 y mayores de 45 años. Como se puede observar en el siguiente gráfico, la carencia de información aumenta conforme se incrementa la edad de los participantes.



Puede que este incremento no sea nada espectacular pero nos puede estar indicando que la gente joven está algo más informada que la de mayor edad sobre el tema. Uno de los motivos quizá sea la conciencia cada vez mayor por parte de los docentes, eventos sociales como maratones de nutrición y “vida sana”, y a la búsqueda de un físico saludable y tonificado que, en cierto modo, nos obliga a informarnos, principalmente sobre pautas nutricionales y la búsqueda de productos orgánicos y/o “ecológicos”. Pero lo cierto es que este ligero incremento en la cantidad de información que los jóvenes poseen no debe suponer ningún alivio ya que el 65% de las personas menores de 25 años y el 70% de las personas entre 25 y 45 años no posee conocimiento alguno en lo que al tema se refiere.

Siguiendo con el orden de las preguntas realizadas, solo el 36% de los consumidores leen las etiquetas informativas en busca de los aditivos que contienen sus productos. Pero aun así, el 95% tiene la impresión o le parece que existe un uso excesivo de estos compuestos en la actualidad ¿Cómo es esto posible? Una de las respuestas que más recibimos al realizar esta pregunta fue “Si, hoy en día todo lleva algo”, refiriéndose a los aditivos. Es decir, la gente sabe que muchos de los productos que consumen llevan aditivos, sean de la clase que sea, pero la mayor parte no se detiene a examinarlos, debido en parte al desinterés que genera el desconocimiento. Si una persona no sabe interpretar los números E, por ejemplo, ¿De qué le va a servir leer las etiquetas? Solo sabrá que sus productos contienen aditivos pero no cuales ni por qué. Unos párrafos más abajo os enseñaremos a cómo solucionar este problema, esperando que sirva para ayudaros a crear una opinión propia sobre el uso de estos compuestos basándonos en datos objetivos.

Hablando de números E, más de la mitad de los encuestados (55%) no sabían lo que son. La pregunta no iba dirigida a que supieran qué es cada uno de los números E, por supuesto, sino a ver si los identificaban como aditivos alimentarios. Una vez que se lo explicamos y les comentamos que en Europa la EFSA se encarga de darle un número a cada uno de ellos para, en teoría, facilitar su nomenclatura y clasificación, les realizamos la siguiente pregunta. Dicha cuestión iba dirigida a evaluar la confianza que tienen los consumidores en la autoridad alimentaria pertinente (EFSA en nuestro caso) y el nivel de sugestión creado por los datos que la acompañaban. La pregunta decía lo siguiente: “Si le dijera que, por ejemplo, el E211 es benzoato de sodio o que el E252 es nitrato de potasio, dos compuestos que de forma aislada son altamente tóxicos, pero cuyo uso como conservantes es muy habitual y están aprobados por las autoridades competentes ¿Seguiría comprando alimentos que los contengan?”. Cuando decimos de forma aislada nos referimos a los compuestos puros, con calidad de laboratorio, cuyo envasado lleva la etiqueta de compuesto tóxico, cosa que fue explicada en todo momento durante la encuesta. El 62% de los participantes aseguraron que no volverían a consumir alimentos que los contuvieran, mientras que el 38% restante afirmaron que si están regulados y aprobados no debe haber ningún peligro en relación a su consumo. Si estas personas supieran que, por ejemplo, la cafeína que toman a diario en el café de forma aislada tiene una toxicidad enormemente alta y que en su envase no falta la temida “etiqueta amarilla con la calavera”, se detendrían un momento a reflexionar antes de emitir un juicio definitivo. 


A la siguiente pregunta, el 79% respondió que cree que si en vez de poner el número E en las etiquetas de los alimentos pusiera el nombre químico completo de los aditivos la gente consumiría menos productos que los contuvieran. 





Esto es a lo que nos referíamos con el doble uso de los números E en el post anterior. Surge en este comtexto el término “quimiofobia”, definido como una aversión irracional o prejuicio contra todas o ciertas sustancias químicas, según el caso. Dicho miedo puede deberse a conceptos erróneos acerca del daño potencial de ciertos compuestos o, principalmente, a la falta de concepción de que todo, incluyendo nosotros, está formado por sustancias químicas, y que un nombre químico u otro no debe despertar en nosotros ninguna reacción de rechazo a priori. Lo anterior radica, en la mayoría de los casos, en el desconocimiento y, como ya dijimos, el uso de números E es una estrategia comercial empleada en algunos casos para ocultar el origen químico de algunos compuestos que pueden suscitar tal reacción por parte de los consumidores, ya que no siempre se etiquetan los aditivos con dichos números sino que a veces se puede poner el nombre completo tal cual. Un ejemplo muy extendido es la aversión a los ácidos, pero la realidad es que estos compuestos forman parte de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, el ácido ascórbico es la vitamina C y un antioxidante ampliamente utilizado; el ácido acético es el componente esencial del vinagre e incluso el ácido cítrico es el componente característico del zumo de limón. Dicho todo esto, llamamos a la racionalidad y a la calma. Hay que ser realista y tener una visión de 360º antes de plantarnos en una opinión fija.

Finalizando la encuesta, el 98% de los encuestados defendió que es necesario algún tipo de formación en nutrición o, concretamente, en aditivos alimentarios a edades tempranas, principalmente durante el colegio e instituto. Es asumible que una correcta formación en nutrición debe incluir un apartado de aditivos, no centrándose exclusivamente en estos últimos. A nivel general, defendemos una formación parcial en los colegios, por ejemplo a nivel de charlas o seminarios, y la implantación de una asignatura de nutrición en el instituto. A cortas edades, preescolar y colegio, es fundamental que los padres carguen con esta responsabilidad. Es imprescindible que la gente sepa cómo comer equilibrado, qué está comiendo y qué efectos tienen esos alimentos en su organismo y, por supuesto, en el de sus hijos. La nutrición supone una parte fundamental e imprescindible en nuestra vida y no puede ni debe ser ignorada. Actualmente no hay ninguna asignatura exclusiva de nutrición implantada en algún centro educativo. Si bien es cierto que en algunas asignaturas se toca el tema en mayor o menor profundidad, pensamos que no es suficiente. Llamamos también al autoaprendizaje, a buscar información, a leer, a interesarse por el tema e, incluso, a disfrutarlo. Con todas estas indicaciones encontraremos un futuro saludable para todos en el que el desconocimiento sea una elección y no una alternativa.




¿Cómo podemos analizar los aditivos alimentarios de nuestros alimentos?

En este apartado os enseñaremos dónde consultar los números E o los nombres completos de los aditivos que aparecen en las etiquetas de los alimentos. Y qué mejor ejemplo que hacerlo con una etiqueta real: hemos escogido una etiqueta al azar que corresponde a un envase de jamón cocido. Observamos que aparecen el E-451i y E-407 como estabilizantes, ascorbato sódico como antioxidante y el E-621 como potenciador del sabor.



Para identificar estos compuestos fácilmente podemos recurrir al listado de números E aprobados en Europa y ordenados por categoría que nos proporciona el Consejo Europeo de Información Sobre la Alimentación o EUFIC (del inglés European Food Information Council), disponible en formato PDF y que podréis encontrar en el apartado DOCS del blog. Ahí conseguiremos el nombre completo de cada compuesto a partir del número E o viceversa, pero no podremos ir más allá. Para obtener información adicional de cada compuesto debemos empelar otros recursos. Es por ello por lo que os queremos presentar una opción algo más dinámica y que integra ambas funcionalidades: nos informa del nombre o número E del compuesto y además nos proporciona información detallada de cada uno de ellos, incluyendo descripción, origen, uso, efectos secundarios y peligro/toxicidad. Hablamos de la página web www.aditivos-alimentarios.com y, si bien es cierto que es muy útil, debemos tener precaución respecto a los apartados “efectos secundarios” y “peligro/toxicidad” ya que, como os hemos enseñado, no todo es lo que parece a simple vista y hay que disponer de más información antes de formar una opinión. Recordamos también que esta página web no pertenece a ningún organismo oficial, simplemente hemos considerado que, salvo los apartados mencionados, proporciona una información comprensible, útil y fácil de leer. Siguiendo cualquiera de los dos recursos mencionados, podemos encontrar que el E-451i es el trifosfato pentasódico, que el E-407 es carragenano y que el E-621 es el famoso glutamato monosódico o MSG. El ascorbato sódico es E-301 pero en esta ocasión han indicado el nombre del compuesto tal cual. No entraremos a describir la información detallada que nos proporciona la página web pero esta podría ser una práctica de rutina sencilla e interesante para saber qué estamos comiendo y por qué. En la siguiente imagen podéis ver un pantallazo de una búsqueda en la página.



También podemos consultar nuestros aditivos desde el teléfono móvil, agilizando la búsqueda y llevándola a cualquier lado como, por ejemplo, al mismo supermercado. Para ello disponemos de varias aplicaciones móviles o app que se encargan de realizar esta búsqueda de forma casi inmediata. Algunas de ellas son, por ejemplo, Eat Informed-Food Additives, E-inspect Food Additives, E-codes Free-Food Additives o What Additives. Pero nosotros nos vamos a centrar en la app denominada Food Additives Checker, disponible para teléfonos iPhone, Android o Windows. Es muy intuitiva, rápida, fácil de utilizar y además no requiere conexión a internet para usarse. Esta aplicación contiene una lista de más de 500 aditivos alimentarios utilizados. De cada uno de ellos nos proporciona el nombre completo, número E, origen, uso, función y nivel de seguridad por colores y numerado del 1 al 5. Este nivel de seguridad se basa en efectos adversos reportados y, de nuevo, hay que tener en cuenta que no es una información proveniente de una entidad alimentaria oficial. Disponer de una aplicación de este tipo nos puede ayudar mucho cuando estemos haciendo la compra y, además, permite conocer qué aditivos debemos evitar si seguimos una determinada dieta, como por ejemplo vegetariana, vegana o musulmana. También nos indica los compuestos que pueden producir alergia o asma en determinadas situaciones y a personas susceptibles, así como aquellos cuyo consumo no está indicado para niños y por qué. Aquí podéis ver algunos pantallazos de la aplicación.




Esperamos haber cumplido nuestro propósito de hacer este post de aditivos alimentarios más práctico e interactivo. Queremos saber la opinión de la gente y demostrar que en la actualidad no es difícil estar informado de un tema determinado, gracias a las innumerables fuentes y recursos de información que podemos utilizar. Más aún, si el tema en cuestión está relacionado con nuestra salud y bienestar. Deseamos haber despertado vuestra curiosidad y pensamiento crítico, y, sobre todo, que hayáis disfrutado tanto leyendo este post como nosotros escribiéndolo.

Ante cualquier duda o sugerencia no dudéis en contactar con nosotros.


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